Al inicio de su mandato,
Díaz otorgó muchas facilidades para el desarrollo de la inversión
norteamericana en nuestro país, pero con el paso del tiempo, se realizaron
esfuerzos por detener lo que se llegó a considerar como una invasión de
inversionistas extranjeros. Así pues,
Díaz comenzó a volverse hacia las potencia europeas, invitándolas a invertir en
su país. De esta manera, México se convirtió en el principal escenario de la
rivalidad europeo- norteamericana.
La creciente inversión
extranjera en nuestro país se tradujo en importantes desequilibrios económicos
y desigualdad social. La principal clase afectada por el desarrollo del capital
exterior fue la clase media, quien veía limitada su capacidad de participación
en los mercados nacionales. Ante este panorama no parece sorpresiva la
revolución en nuestro país.