Posteriormente a la
consumación de la independencia, aparecieron dos posturas para la construcción
de la nueva nación: liberales y conservadores. A pesar de las diferencias que
separaban el pensamiento liberal del pensamiento conservador, los propulsores de ambas
posturas tuvieron vivencias similares, que influyeron de distinta manera en
ellos. Tal es el caso de Luis Mora y Lucas Alamán, quienes después de
experimentar la pérdida de la fortuna de sus respectivas familias como
consecuencia del movimiento impulsado por Hidalgo, manifestaron su sentir
respecto a este importante acontecimiento en la historia de nuestro país.
Por un lado, José María Luis
Mora manifestó la importancia que le atribuía al movimiento de independencia a
pesar de la destrucción que había ocasionado. Por otro lado, Lucas Alamán solo
vio en esta revolución el inició de la destrucción del país.
Así pues, las posturas de
liberales y conservadores divergían constantemente, pero, sobre todo, respecto
a la organización del Estado naciente; por tanto, sus opiniones respecto a las
distintas corporaciones eran totalmente diferentes. Mientras los conservadores
buscaban mantener un orden similar al de la época colonial, los liberales optaban
por la desaparición de las corporaciones, a las que consideraban un obstáculo
para el proyecto nacional.
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