martes, 29 de abril de 2014

EL PORFIRIATO, UNA DICTADURA PROGRESISTA: CONCLUSIÓN

El ascenso en el poder de Porfirio Díaz se debió a que en los inicios de su mandato abanderó el principio de la no-reelección. En ese momento, los mexicanos anhelaban que tal principio se convirtiera en una realidad, pues ya conocían las catastróficas consecuencias de mantener a un gobernante por un largo período de tiempo.

Sin embargo, en 1888, Díaz anunció su establecimiento definitivo en el poder y una mayor centralización de las decisiones políticas. Ante estos hechos, hubo múltiples reacciones de distintos grupos. Nuevos grupos, entre ellos, “científicos” y reyistas, contendieron por una mayor influencia en gobierno.

Por otro lado, el proyecto de desarrollo de Díaz favorecía ante todo a los inversionistas. Pero, para finales del régimen estos grupos resintieron una estructura política rígida que limitaba sus oportunidades. Aunado a esto, la censura y los instrumentos de represión fueron utilizados por la administración porfirista para combatir el descontento popular.

En conclusión, fueron muchos los factores que se conjugaron para que estallara la revolución mexicana, pero el principal de ellos fue la pérdida de poder de las clases medias de nuestro país a partir del segundo Porfiriato. 

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